viernes, 23 de marzo de 2012

Secret sunshine

Secret sunshine es una película surcoreana dirigida por Lee Chang-dong, novelista, guionista y ministro de Cultura de su país.

En ella nos cuenta dos historias: por un lado la de una mujer que, tras la muerte de su marido en un accidente de coche, decide mudarse con su hijo a Milyang, el pueblo en el que nació su marido. De esta manera pretende comenzar de cero, dejando atrás su anterior vida, su familia y su historia, en un intento por encontrar paz y un nuevo sentido a su vida. Para ello retomará una pasión casi olvidada: el piano. 

Por otro lado, nos cuenta la historia de una mujer que pierde a su hijo y, a través de esta historia, nos sumerge en el tema de la religión y su sentido. 

Pero sobre todo, es una historia de dolor, superación y desesperación. Un estudio de las emociones humanas en carne viva.

Shin-ae deja atrás la ciudad de Seúl para mudarse a un pueblo donde todo el mundo sabe todo de ella, pero ella no sabe nada de nadie. Por eso cuando su hijo es secuestrado, al temor que siente se le suma la soledad de no poder contar con nadie. Es observada por todo el mundo, pero nadie se acerca a ayudarla, ni siquiera cuando sale a la calle pidiendo ayuda con sangre en las manos. Solo Kim, ayudará a Shin-ae en su larga agonía, desde que se la encuentra en mitad de la carretera camino de Milyang, con el coche estropeado, hasta el último momento.

Cuando se toca fondo, todos ansiamos desesperadamente levantarnos. Hasta el punto de acabar aferrándonos a “pequeñas tretas para continuar en la brecha”. En esta película se trata así el tema de la religión, como un clavo ardiendo al que aferrarse cuando todo se desmorona y la angustia es tal que no te permite respirar. La religión se presenta como un mundo amable, donde el dolor y las desgracias que nos rodean tienen un sentido: “las cosas suceden porque Dios así lo ha querido”. Cuando el párroco posa su mano en la cabeza angustiada de ella, se asemeja a la mano de Dios que apacigua el dolor y limpia su alma. En ese momento, como un acto reflejo, ella deja de gritar y su dolor se mitiga: ha encontrado un sentido a su sufrimiento. Pero ¿es cierto ese sentimiento que tiene? ¿o se está auto-engañando para dejar de sentir ese insoportable dolor? La respuesta vendrá cuando, llena de fe, decide ir a la cárcel para perdonar, cara a cara, al asesino de su hijo. En ese momento ella se da cuenta de la mentira en la que se ha adentrado con el único objetivo de sentirse bien. Se rompe el encanto y el dolor vuelve. La muerte de su hijo no tiene sentido, ni su dolor tampoco, y ninguna religión se lo podrá dar. La religión se muestra como una gran mentira que no impide ni el dolor ni la enajenación.

El personaje de Shin-ae evoluciona a lo largo de la película pasando por diferentes situaciones emocionales. Todas ellas tan extremas, que acabarán llevándole a la locura. El director realiza en este personaje todo un estudio psicológico retratando el duelo a través de todo un proceso evolutivo que culminará en la aceptación. 


Milyang significa en chino “rayo de sol secreto”. Un rayo de sol que, aunque no lo veamos, está ahí y solo hay que saber verlo. La farmacéutica diácona le explica a Shin-ae que hay que saber ver más allá de lo que ven los ojos, porque es ahí donde está Dios. Sin embargo, será su fuerza la única que le salvará y le hará ver ese rayo de sol escondido.  La imagen que sirve a uno de los carteles de la película nos lo dice de antemano. El rayo de sol está ahí, pero ella está en la sombra y no lo ve.

Dos horas y media de una historia que no habría podido ser narrada de una forma más breve. Cada imagen, cada escena, cada suceso, llenan la película de profundidad, emoción y significado. Admirable la interpretación de Jeon Do-yeon que se ganó un premio en el festival de Cannes de 2007. Y más que merecido premio, ya que logra reflejar a la perfección cada una de las emociones por las que pasa a lo largo de la película. Desde la felicidad inicial, aunque algo reservada, hasta la angustia más descarnada.