sábado, 28 de abril de 2007

Los seres felices


El otro día terminé de leer “Los seres felices” de Marcos Giralt. (¡por fin!) De pequeña me enseñaron que si no puedes decir algo bueno de alguien, mejor no digas nada. En fin, nunca he hecho caso de esas enseñanzas, y ahora no voy a hacer la excepción.

El libro comienza describiendo la situación del narrador: está casado. Su madre y su hermano murieron y no se lleva bien con su padre. Dentro de dos días tiene una comida que han acordado su padre y su mujer, a expensas de él.

Desde el comienzo del libro habla de esa comida, que nos la va a contar, porque es muy importante y blabla. Pero nunca llega a hablar de la maldita comida. Y aquello se hace interminable. Y cuando parece que por fin nos va a hablar de la comida, se vuelve a ir del tema. Está narrado y redactado en desorden, como si escribiera a la vez que le van viniendo las ideas a la cabeza. No sigue un orden, salta de una idea a otra y luego vuelve a la idea anterior. Creo que es un intento de ser un libro existencialista pero sin llegar a serlo. Sus ideas me parecen simples. No las comparto en absoluto. El protagonista me parece una persona superficial e inmaduro con unas actitudes que me sorprende que la mujer no le deje en el primer capítulo. Pero, en fin, esos son opiniones subjetivas y personales. Supongo que si compartiera sus ideas, el libro me habría gustado.

Hay una frase que puede explicarlo: “Tenemos miedo del amor porque conduce a la verdad, y lo que necesitamos para seguir viviendo es la ficción, mentirnos, negar lo que otros ven y nosotros preferimos seguir negándonos”. Esas personas, las que viven en la ficción, son los “seres felices”. El protagonista es uno de esos seres felices, que se miente y miente a su mujer y a su familia. Por el post anterior, ya sabéis que yo no soy de las personas que buscan la ficción precisamente.

Llegando al final del libro parece que por fin se acerca el momento de la famosa comida (momento para el que te lleva preparando toda la novela), después de 300 y pico páginas en las que el escritor delira sobre cuestiones que me traen sin cuidado (lo siento, pero personalmente no me han aportado nada, quizá a alguno de vosotros sí). Cuando llega este momento, el autor ha provocado en ti unas expectativas quizá demasiado altas. Y, sin embargo, empieza a decir que “no sé si tiene sentido que cuente lo que sigue”. He aguantado 300 y pico páginas de tus delirios para llegar a la maldita comida y ahora me dices que no sabes si tiene sentido que sigas? Dime, ¿para qué has escrito este libro entonces?. Y luego dice: “En realidad podría acabar aquí y no pasaría nada”. Lo siento, pero personalmente, podrías haber acabado en la primera página y no habría pasado nada; bueno, me habrías ahorrado la semana que perdí leyendo este libro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

“Tenemos miedo del amor porque conduce a la verdad, y lo que necesitamos para seguir viviendo es la ficción, mentirnos, negar lo que otros ven y nosotros preferimos seguir negándonos”
Pues no sé lo que será vivir a juicio de este autor, pero pasarse los días sumido en las mentiras que uno mismo se monta para negar el punto de vista de los demás no me parece algo aconsejable... ni mucho menos necesario.
Y esta es la clase de mensajes que transmite el libro en cuestión? Parece más un panfleto de pesadilla orwelliana que parte de un libro serio. "No necesitas el amor porque no necesitas la verdad, el Gran Hermano ya la sabe por tí" ;) de fábula.
Un saludo

Thabitha dijo...

Efectivamente Ulises. Y quizá porque no compartimos la idea de este autor no seamos los "seres felices". En fin, cada uno elige lo que quiere.
Un saludo

Laque dijo...

Han pasado ya tres años desde esta entrada pero hoy buscando en Google sobre este libro llegué aquí. Acabé de leer "Los seres felices" hace unos días y estoy completamente de acuerdo, es un libro demasiado denso, demasiadas descripciones. Se me hizo muy largo.