No había tiempo. El tren estaba en el andén esperando para partir. Solo faltaba ella por subir. Él le había acompañado. Querían estar juntos hasta el último momento ya que no volverían a verse hasta un año después.
- Es peligroso, nos pueden detener – Dijo ella ante la amenazante cercanía de sus labios.
- Sí, pero no nos da tiempo a ir a una de las zonas habilitadas.
Sus labios se iban aproximando cada vez más. Sus corazones latían a una velocidad vertiginosa. ¿Qué hacer? ¿Arriesgarse a ir contra la ley, o no volver a tocarse en un año? Su deseo se impuso con fuerza y al más ligero roce de sus labios cayeron en la tentación comenzando a besarse apasionadamente.
Inmediatamente después ella veía desde la ventanilla del tren cómo dos guardias le cogían de cada brazo y se lo llevaban a rastras mientras él intentaba resistirse.
- ¡No! ¡Dejadle! ¡Yo también soy culpable! Gritó ella desde el interior del tren, golpeando el cristal, mientras veía cómo forcejeaban. Pero nadie la oyó.
Prohíben los besos en una estación para evitar las aglomeraciones
Los responsables de una estación de ferrocarril situada en el norte de Inglaterra han decidido prohibir los besos en las instalaciones para evitar aglomeraciones de personas que se despiden y facilitar el acceso de los viajeros. La estación de Warrington Bank Quay, en Cheshire, en contrapartida, tendrá una "Zona de besos" cerca del aparcamiento. EFE
Los responsables de una estación de ferrocarril situada en el norte de Inglaterra han decidido prohibir los besos en las instalaciones para evitar aglomeraciones de personas que se despiden y facilitar el acceso de los viajeros. La estación de Warrington Bank Quay, en Cheshire, en contrapartida, tendrá una "Zona de besos" cerca del aparcamiento. EFE
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