lunes, 5 de noviembre de 2007

Los Persas de Bieito


Calixto Bieito puso en escena el viernes en Baluarte (Pamplona) su última obra: Los Persas, réquiem por un soldado. Basada en la obra de Esquilo, no queda nada del original; algo habitual en Bieito.

A modo de coro tenemos a un grupo de militares macarras cantando el ‘Soy el novio de la muerte’ a son de rock, y adelantándonos el trágico final de la protagonista.

Jerjes es una mujer con vocación militar que va a Afganistán con nuestro ejército en “labor humanitaria”, encontrando la muerte. Darío es su padre, angustiado por el fracaso del Atlético de Madrid y por lo que le pueda pasar a su pequeña. Como buen padre, no entiende por qué tiene que ser ella la que arriesgue la vida por la patria española.

Bieito nos habla de unos militares que van a un país en misión de paz y se encuentran con guerra, barbarie, muerte. Pero también nos habla de las atrocidades que el ser humano es capaz de cometer. Gente que ve las guerras como videojuegos, que utiliza la guerra para saciar su sed de morbo y perversión, porque “en una guerra puedes hacer lo que quieras, todo está permitido”. Nos dicen que están en misión de paz, que van a salvar a unos niños que están en un colegio, pero justo después nos hablan de matar, del peligro que esos niños tienen porque “podrían esconder una granada en sus pequeñas manos” “las guerras se hacen contra los niños”. Bieito intenta hacernos ver que el gobierno nos está vendiendo patrañas cuando manda soldados a Afganistán.

"Esta no es una tragedia sobre dioses y sus cábalas sino sobre simples y mortales humanos; sobre sus angustias, tristezas y lamentos por una guerra perdida y por sus soldados muertos; todos ellos con nombre y apellidos que es cuando los muertos duelen más ya que Los Persas es también una pieza sobre el exceso de soberbia de un país civilizado que intenta imponer su "tiranía" sobre otro".

Pero también es una tragedia sobre las familias de estas personas, que sufren por sus hijos, maridos, mujeres, padres, madres... sin entender qué están defendiendo.

Una gran obra antibelicista, con una voz de Natalia Dicenta digna de destacar, que en muchas ocasiones pone los pelos de punta. Y sin embargo, he de reconocer que es una obra dura, con descripciones estremecedoras, imágenes escabrosas. Pero, en fin, así es la guerra. “La guerra nunca acaba. La guerra es eterna”.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"La guerra es la madre de todas las cosas", decía Heráclito. Y creo que no le faltaba razón. Es el lugar donde pueden tener lugar desde los hechos mas loables del ser humano, hasta los mas despreciables. Desde los mas puros actos de generosidad, ternura y amor, hasta las expresiones mas duras de injusticia, sinrazón, sadismo y miseria. Por ello y porque nuestra generación adolece entre otras cosas de pensar que las guerras son cosas que ocurrían hace mucho tiempo o que tienen lugar en lugares muy lejanos, veo con muy buenos ojos el estreno de obras que, como esta, nos muestren la peor cara de esa humanidad que llevamos dentro.
Me perdí la obra, pero puedo decir que conozco gente que ha estado en Kosovo, en Afghanistán, en Irak, o en Bosnia, y puedo contrastar lo que sé por ellos con lo que leo en este post. Y debo decir que, trístemente, muchas de las cosas que mencionas, Thabitha, son ciertas. Desde la existencia en masa de militares macarras que ven (al menos al principio) la cuestión de la guerra y el conflicto como una extensión fantasiosa de sus juegos de consola, o un eventual medio de saciar su morbo insano (estos son, afortunadamente, mucho menos habituales), hasta el hecho de que no se habla claro a la población cuando se dice qué se hace y qué no se hace en los lugares de conflicto por parte de nuestras tropas. Pasando por la actitud de "Si, voy a ayudar a esos chavales, pero no les voy a quitar el ojo de encima", acerca de la cual podríamos escribir horas enteras.
De modo que mi aplauso para Bieito por presentar obras así. Siempre y cuando lo haga sin caer en el sensacionalismo, en la desinformación y en la falta de respeto. Y si en efecto también hace una denuncia hacia los estados que se aprovechan de su potencia militar para extender sus tentáculos hacia otros países, mejor que mejor.
Sin embargo también quisiera apuntar algo más; Y es que lo que no podemos es señalar con dedo acusador a los militares en general (y menos como individuos aislados) como responsables de esas guerras, o de esas acciones injustas. Primero, porque las guerras las declaran los políticos, elegidos por el pueblo, y los militares van luego "de mandaos", así que la responsabilidad de apoyar a una u otra causa descabellada tal vez recaiga más sobre nosotros mismos, al menos en nuestro caso (misiones "humanitarias" de las FAS españolas). Y segundo, que en efecto la responsabilidad última de las atrocidades que se cometen es de los individuos que las llevan a cabo, muchas veces de uniforme. Y del mismo modo, el mérito de no solo no llevar a cabo esas barbaridades (que es lo mínimo) sino de hacer las cosas bien, a buena fé y ayudando a mejorar la situación, también es en última instancia de un tipo con uniforme. Así que persigamos y castiguemos a los primeros, y al menos dejemos en paz a los segundos. Pero meter a todos en el mismo saco es una generalización en la que no deberíamos caer.
Siento haberme extendido tanto, pero al menos ahora muchos podrán despellejarme a gusto ;)
Mi felicitación mas sincera para ti, Thabitha, por llevar a cabo una vez más el trabajo de postearnos comentarios como este. Es un consuelo contar con gente como tú. Así que gracias por ser nuestra estrella polar de nuevo, esta vez con un tema tan triste como es este. Ánimo y un abrazo (lo extiendo a los demás lectores del blog).

Anónimo dijo...

Jope, después del comentario de Ulises, cualquiera se atreve a decir nada, jejeje...

Aún así, me gustaría aportar mi punto de vista: me cuesta creer que la mayoría de las familias de militares no saben qué defienden éstos. Yo pienso que sí lo saben y aunque no lo compartan, lo que hacen es respetar a aquél que decide poner su vida en riesgo por una causa que cada uno hace más o menos noble. Lo importante aquí es respetar la opción del que tienes al lado, no imponerle la lente a través de la cual tú miras el mundo. Eso es lo importante y lo difícil. Por lo menos para mí.

En fin, y no sigo, porque me salgo del tema y no es plan, ¿no?

Gracias por el abrazo colectivo, Ulises.

Thabitha dijo...

Efectivamente no hay que imponer, pero si hacerse entender, tanto uno como otro. Además, este tema es importante, no es como si a ti te gusta un libro y a mí otro. Aquí están en juego vidas humanas y siempre es bueno tener claro que aquello por lo que luchas es lo correcto, lo bueno, o lo ético según tu moral. El problema es que cada uno tiene su propia moral no?
Un saludo y un abrazo a los dos.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con lo expresado por Consuela, pero solo en parte. Supongo que hay que respetar la opción del de al lado... mientras esta no implique hacer el salvaje, como podría ocurrir en este caso. Como dice Thabitha, aquí están en juego vidas humanas.
Y sí, el problema es que cada uno tiene su propia moral y que cuesta trabajo hacer unas normas para poder regularla, y más en un conflicto pero... supongo que ahí está la verdadera guerra.
Dejo una pregunta en el aire: Imponer suena muy feo pero, de veras no hay momentos en los que sí hay que imponer, al menos una actitud?
Un abrazo más para cada una; Los demás no se lo merecen si no escriben ;)

Antero dijo...

Esta obra parece muy interesante, como va a estar en Madrid durante un tiempo, seguramente en un fin de semana que esté por allí intente verla.

No se hasta que punto todo el que se alista en el ejército es realmente consciente del peligro que corre, habría que preguntar cuantos de ellos lo hacen por vocación y cuantos porque es una manera sencilla de sobrevivir (con un trabajo), aunque esto último, en realidad sea una contradicción. Buena parte de nuestra sociedad ve la guerra como algo lejano que sucede en otros países, tanto es así, que cuando participamos en ella, la disfrazamos de misión humanitaria.

He aprendido mucho leyéndoos, muy interesantes vuestras aportaciones.

Un abrazo a tod@s

Anónimo dijo...

Yo prefiero la ética a la moral. La ética es universal, por encima de ideologías, religiones, modas o costumbres. Pero ni siquiera la ética puede ser impuesta por la fuerza.
Creo que quien no respete la ética explícita en la declaración universal de los derechos humanos, carecería de dignidad, algo que puede que no se pierda por saltarse las morales tradicionales, cristianas, budistas o musulmanas.
Para mi, la guerra es el medio por el cual unos se forran mientras someten, casi siempre a los más débiles o menos formados o libres.
Para mi, en la guerra no puede ocurrir nada hermoso, ni en la civil, ni en hiroshima ni en Irak. Nada hermoso, sólo su fin.
Salud y paz!

Antero dijo...

Al final creo que me voy a quedar sin verla. Voy a Madrid en el puente de la Constitución pero si la situación no cambia mucho, no podré ver esta obra. Con lo que me apetecía :-(