martes, 31 de marzo de 2009

Dos menos


Me gusta ir al teatro en ciudades distintas. Probar nuevos asientos y nuevas perspectivas. Este fin de semana conocí el Teatro Bretón de Logroño. El gallinero me pareció mucho más cómodo y siempre es agradable completar una buena obra de teatro con todo el repertorio de pinchos que ofrece La Laurel (a pesar de las múltiples despedidas de solter@s que plagaban la zona).

Dos menos, obra original de Samuel Benchetrit, nos habla de dos hombres que, en el final de sus vidas, deciden “echar a andar”, vivir sus últimos días cómo quieran. Ese viaje se convertirá en el reconocimiento abierto de sus pasados, de sus errores y de sus fracasos. Solo asumiendo su pasado podrán seguir adelante, viviendo. Por el camino se encontrarán a una muchacha embarazada que únicamente les pedirá un favor: que le digan a su marido que le quiere. A partir de este pequeño encuentro, el viaje de nuestros dos hombres cambiará de rumbo y se enfrentarán de esta manera a sus propias vidas.

Sobra hablar de la interpretación de Héctor Alterio y José Sacristán, que rebosa complicidad en todos sus diálogos. La escenografía no le resta protagonismo a los personajes y, sin embargo, de una forma muy sutil, está muy presente: mediante un muelle de madera, una luz que marca la carretera, unos asientos en una sala de espera o un sofá somos perfectamente capaces de meternos en todo el entorno de los actores.

Sólo dos defectos: la mujer de las hormonas alteradas que no callaba en el asiento de atrás y la fiebre que me subía por momentos. Pero mereció la pena. El fin de semana entero mereció la pena.


"Es comprensible que se tenga miedo cuando uno tiene el riesgo de ser extremadamente feliz."

viernes, 27 de marzo de 2009

Érase una vez...


Quiero que la calle se llene de payasos armados con flores, de palabras con un único sentido y de soles a la medianoche. Quiero un mundo sin fronteras y sin muros que nos limiten, donde la nada esté lejos y el todo cerca. Un mundo donde caperucita no tema ir sola por el bosque y en el que no haya lobos feroces que nos coman el alma.

Hoy te propongo que liberemos a los dragones de malvados caballeros. Que encerremos a los príncipes en lo alto de los torreones. Que la bella despierta caiga en un profundo sueño. Que el lobo se pierda en un bosque de caperucitas. Y que la cenicienta le dé calabazas al príncipe azul. Hoy te propongo que nuestro cuento sea el que nosotros queramos, y no el que nos marquen desde fuera.

Dime, ¿y tú qué quieres?

martes, 24 de marzo de 2009

Buscando un beso a medianoche

Buscando un beso a medianoche, dirigida por Alex Holdridge, nos habla de la soledad en el tiempo actual. Una búsqueda constante de romper esa soledad buscando el “beso a medianoche” que nos haga sentirnos queridos aunque solo sea durante unos breves minutos, durante una única noche. Wilson (Scoot McNairy) y Vivian (Sara Simmonds) intentan superar sus fracasos sentimentales que han hecho de su año uno de los peores. El fin de año se acerca y con él, el momento de echar la vista atrás y hacer una valoración de lo que han sido sus vidas. Ante la perspectiva de comenzar el nuevo año solos, deciden hacer uso de las redes sociales de internet para conseguir una cita. Así será como se conozcan y comiencen una noche que marcará el comienzo un nuevo año en sus vidas.

En mi opinión el personaje femenino está llevado al extremo y la película ganaría mucho más si lo moderaran algo y no resultara tan desquiciante. Vivian, la protagonista femenina, es la duda, la inseguridad, el querer siempre algo más pero a la vez temer perder lo que tiene por ir más allá. Con una forma de ser excéntrica y variable, deja ver a una persona vulnerable que no sabe lo que quiere, ni cuándo lo quiere. Sin embargo Wilson representa a la parte derrotada de la sociedad, que ya no aspira a nada más y simplemente acepta lo que le va viniendo con el único deseo de lograr lo que todo el mundo tiene, alguien al lado que le acompañe durante su vida.

Una sola noche en la que necesitamos un beso, una sola noche en la que necesitamos sentirnos queridos y acompañados. Pero solo una noche... que nos haga reponer fuerzas para continuar la búsqueda de la persona adecuada. Esta película es la representación de toda una generación marcada por un fuerte sentimiento de soledad y frustración en una sociedad en la que no acaban de encajar.

lunes, 16 de marzo de 2009

Besos de película


De pequeña admiraba los besos de película. Me preguntaba qué se sentiría al ser la protagonista, que te agarraran por los brazos y te dieran un beso apasionado que te hiciera estremecer.

Un día, al salir de la ducha, mientras mi madre me secaba con la toalla, le pregunté: “Mamá, ¿tú sabes cómo son los besos de película?”.Claro” me contestó, “pero no te fíes, porque los besos de película son falsos. En realidad no se besan en los labios, sino que lo hacen en la barbilla, pero nosotros no lo vemos”. Aquello fue todo un descubrimiento para mí.

Ahora creo que la realidad no se diferencia de las películas. En ella los besos también pueden ser muy falsos. Aunque se den en los labios.

Desayuno con diamantes

Corazones salvajes, noches de borrachera, desayunos con diamantes y muchos días rojos...

Todo un placer volver a ver esta película después de tanto tiempo.


viernes, 13 de marzo de 2009

Die Alive

Not only to survive, to die alive (Sí, soy una gótica, qué pasa?)

Die Alive - Tarja Turunen

martes, 10 de marzo de 2009

Encantador de serpientes


El otro día soñé con una cuerda que ataba mi cuello. Me apretaba todo el tiempo y comprenderás que es bastante incómodo vivir con una cuerda que te presiona el cuello constantemente. Así que un día decidía irme, alejarme de la cuerda. Y entonces me ahogaba más. Cuanto más me alejaba, más me apretaba, hasta dejarme sin aire. Exhausta, llegaba a un punto en el que acababa desmayada en el suelo mientras la cuerda me arrastraba hasta el lugar de origen, retrocediendo lo andado. Así constantemente...

Me desperté angustiada, sin aire, jadeando y empapada en sudor frío. Y fue al despertarme, al volver a la realidad, cuando lo vi claro: tenía que cortar la cuerda.

¿Crees que estoy loca? Puede, quizá... Hace tiempo que perdí la cordura. He perdido tanto que ya no tengo ni miedo, porque ya no me queda nada que perder. Pero es precisamente ahora, que lo he perdido todo, cuando puedo empezar a vivir. Porque ya no tengo miedo...



Pedro Guerra - El encantador de serpientes

sábado, 7 de marzo de 2009

Un corazón en invierno

Maxime y Stephane son dos socios del negocio del violín. Tienen un taller donde cuidan y arreglan los violines con el mayor mimo del mundo, al igual que a sus clientes, casi como si de una clínica se tratara.

Un día, Máxime le confiesa a Stephane que está enamorado de Camille, una joven virtuosa del violín. A partir de entonces, la relación entre los tres se irá perturbando poco a poco. Stephane seducirá a Camille y ésta caerá en su juego casi sin darse cuenta. Sin embargo el corazón de Stephane es frío como el invierno en el que vive permanentemente. Es incapaz de sentir amor ni aprecio siquiera por su colega Máxime (“no es mi amigo, solo nos une el interés”).

El director Claude Sautet nos muestra a un Stephane vacío por dentro, incapaz de reconocer sus sentimientos y que juega con los de los demás. Y a una Camille que luchará por recomponerse tras haberse quedado vacía por dentro.

En palabras del mismo director, en esta película se pretende “enamorar a una mujer por el placer perverso de decirle: “No la quiero”.

La película está llena de silencios, gestos, miradas, poesía y música. El dúo formado por Daniel Auteil (Stephane) y Emmanuelle Béart (Camille) completa la historia cargándola de emotividad y carisma.


viernes, 6 de marzo de 2009

Invitación al olvido sin culpa

Me he arrancado el corazón
Y lo he puesto al trasluz,
Así, con mis propias manos,
Estaba roto, muy roto, y calvo, claro.
Lo he pesado y lo he metido,
Más o menos en mi puño
Y unos doscientos cincuenta gramos,
Es un buen filete, he pensado.
Así que me he hecho un sofrito,
Con su aceite, su cebollita, su tomate,
Me he apañado una botella de vino
Y me lo he merendado.
Me he quitado un peso de encima
Y ya no me duele nada ¿saben?,
De modo que pueden olvidarse de mí si quieren,
Mentirme, fallarme, dejarme plantada,
Decirme que no me quieren ver:
Ya no hay nada que puedan romperme.



Carmen Beltrán Faces

La suerte de Emma

La suerte de Emma es una película alemana dirigida por Sven Taddicken y basada en la novela homónima de Claudia Schreiber.

Max Bienen (Jürgen Vogel) sufre un cáncer de páncreas que le deja únicamente unos meses de vida. Así que hace lo que cualquiera haría en su lugar. Vivir lo que le queda de la manera más feliz que pueda. Pero en su camino a la felicidad acabará estrellándose en una granja de cerdos. Aquí conocerá a Emma (Jördis Triebel), una mujer de armas tomar (literalmente), que dedica su vida y alma a su granja y a sus cerdos, a los que sacrifica de una manera muy peculiar: abrazándolos con ternura, degollándolos sin dolor y acariciándolos hasta que mueren desangrados en sus brazos. De esta manera mueren sin sufrir, de forma rápida y en los brazos de alguien que ha dado su vida para criarlos y cuidarlos.

Será cuando, al dejar el mundo capitalista y adentrarse en el mundo rural de Emma, Max disfrute de los momentos más felices de su vida y se dé cuenta de que todo cuanto necesitaba era alguien a su lado. Y a su vez, Emma encontrará en Max su suerte: la salvación de su granja, de su vida y de su corazón.

Los cerdos y los hombres tenemos el mismo corazón y del mismo tamaño. Hombres y animales no nos diferenciamos tanto. Cuando nos estamos muriendo, necesitamos alguien a nuestro lado que nos abrace con ternura y nos cuente algo para que no nos sintamos solos. Para poder morir de una forma más pacífica, más feliz.


martes, 3 de marzo de 2009

Dejad de quererme

Antoine (Albert Dupont), a sus 42 años, tiene una vida que cualquiera desearía. Es un hombre de éxito en su trabajo como publicista. Tiene una mujer y dos hijos que le adoran. Viven en una bonita casa a las afueras de París.

Lo tiene todo y sin embargo, un día comienza a actuar como si no tuviera nada que perder. ¿Qué puede llevar a una persona a dar un giro tan radical en su vida? De un día para otro decide plantar cara a un cliente perdiendo así un proyecto importante. Se enfrenta a su esposa diciéndole cosas que jamás se habría imaginado diciendo e incluso se vuelve menos tolerante con sus hijos. Deja de lado cualquier delicadeza y diplomacia en una reunión que le preparan sus amigos por su cumpleaños despreciando a cada uno de ellos. Actúa con reacciones desproporcionadas y sin aparente justificación.

¿Qué lleva a una persona a desear que dejen de quererle? El director Jean Becker nos muestra en Antoine a una persona que precisamente por tener tanto, ya no tiene nada que perder. Se refugia en un escudo de desprecio con el que intenta proteger también a las personas que le rodean, aunque pueda no parecerlo a simple vista. Conforme avanza la película podemos ver el giro que va dando el personaje, hasta poder entender el porqué de su extraño comportamiento.

Vivimos en un mundo donde la imagen es lo que cuenta, sin importarnos lo que ésta pueda esconder detrás. Y no nos damos cuenta de que las apariencias esconden mucho más de lo que creemos.


INTENCIONES

Para que me olvides
He borrado con paciencia
Las huellas que dejé
En el camino de tus brazos.

Me he ocupado de arrancar
Cada olor de tu deseo.

Y ahora que tan solo queda por limpiar
La trampa de tu memoria,
Voy a quemar las últimas fuerzas
En destruirte el alma.

Ana Vanessa Gutiérrez

lunes, 2 de marzo de 2009

Orden y Desorden


A veces es necesario, imprescindible, urgente, escapar de la rutina de la misma habitación, del mismo orden o desorden, de los mismos árboles, coches, personas... De los mismos cansancios de todos los días y las penas que recorren el mismo camino de ida y vuelta cada día. A veces, con salirte del camino marcado un par de días, es suficiente para recoger fuerzas y retomar otra vez la pedregosa carretera de tu vida.

Como un día me enseñó Juliette Binoche, pude sentarme en un banco al lado de la ría bilbaína, sintiendo el sol golpeando mi cara con los ojos cerrados, intentando calentar el frío que nos invade el alma. Leer mientras observo personas nuevas paseando, escuchar música mientras paseo por caminos desconocidos.

Y la soledad se acabó tomando café y bizcocho de chocolate mientras inventamos historias de románticos encuentros lingüísticos y tíos que juegan con sus sobrinos. Más tarde dejamos el sol para adentrarnos a través de un telón de titanio en un Japón que observa nuestros movimientos con multitud de ojos que llegan a traspasar los cuadros para actuar en miradas furtivas mientras robamos información de una guía que no nos pertenece. Cruces de miradas y búsquedas de ojos predominaron en nuestra visita a un museo en el que intentábamos ver más allá de lo que nos enseñaban sin saber si lo llegamos a conseguir. Conejitos tiernos que se convierten en monstruitos de tres ojos, flores con enormes sonrisas y setas que nos observan, hombres que inician la vida, mujeres que la alimentan, y mucho consumismo transformado.

Y por la noche pinchos, vinos y risas. Interpretamos papeles de culebrón argentino, nos quisimos con limón y sal, y aunque solo fuera por una noche, olvidamos lo que nos rodeaba perdiendo las llaves del mundo real en un intento desesperado por permanecer en ese mundo onírico más tiempo. Pero no funcionó. Alguien golpeando la puerta nos devolvió a la realidad dolorosa del retorno cansado a un mundo indeseado.

El problema del regreso es que lo haces al punto del que partiste, sin haber avanzado nada. Todo lo que dejaste te espera al volver. Y el golpe se hace más duro después de haber soñado un poco. Los lunes siempre duele que suene el despertador, aunque lo hayas cambiado de sitio, aunque la cama ahora esté en otra parte. El despertador siempre te devuelve al mismo lugar del que partiste.