A primera hora de la mañana nos invadía la emoción de preparar algo para alguien que desconocía lo que le esperaba. Y también el dolor de cabeza provocado por la Fiesta de los Jóvenes Navarros (no muy digna de mención, por cierto... como dijo alguien, era más la fiesta de las juventudes navarras, pura imagen, marketing, y una organización pésima; pero esta historia deberá ser contada en otro momento).
Picnic en el maletero al más puro estilo dominguero de Alfredo Landa (aunque sin tortilla), nos ponemos en marcha hacia San Sebastián. La playa nos espera, primer baño del verano, el olor del mar, el calor bronceando tu cuerpo... y una tarta de chocolate de escándalo! Fue divertido ver cómo todas las ‘fashion victims’ playeras nos miraban con envidia mientras gemíamos de placer ante tanta felicidad.
Con nuestra buena dosis de azúcar en el cuerpo y con algún hombro quemado nos dirigimos al siguiente destino: el teatro Victoria Eugenia. La obra que nos esperaba era Emma de Howard Zinn. Qué decir de esta obra. Dos horas y 45 minutos que se me pasaron como 5 minutos de nada. Embobada bebía las palabras de Toni Acosta haciendo de Emma Goldman, la mujer más peligrosa de América, luchadora nata en pro de la mujer y de la anarquía. Defensora del amor libre, de la emancipación de la mujer (pero la emancipación verdadera), de la libertad del individuo, de la disolución del Estado o cualquier institución que ejerza poder sobre la persona... un sinfín de ideas que me dejaron auténticamente pasmada y con ganas de saber mucho más sobre ella y casi con un pie en la anarquía (pensabas que no podía empeorar ¿eh?). Desde primera fila de patio de butacas pude ver como le temblaba la garganta de emoción al hablar, como lloraban, cómo se emocionaban expresando sus ideas... Hacía mucho que una obra no me dejaba esa sensación de querer volver a luchar, cambiar las cosas, pero sobre todo de seguir aprendiendo. Y con esa sensación dentro, salimos a la calle donde nos esperaba el mar de noche, y sobre el Kursaal una performance con txalaparta. El calor nos seguía acompañando y las ganas de hablar sobre todo lo que teníamos en la cabeza nos llevaron al casco viejo donostiarra para tomarnos unos pintxos. Con cerveza en mano pusimos en común nuestras visiones del mundo, aprendimos nuevas y enseñamos otras. El mundo estaba a nuestros pies y nosotras casi podíamos comérnoslo.
Algo tarde ya decidimos volver. El sueño no es buen acompañante al volante. Como era de esperar, no podíamos llegar a la primera. Nos perdimos, llegamos hasta Hondarribia con una chica muy simpática que nos cobró doble peaje (aunque con una gran sonrisa... quién sabe si sonreía o se reía de nosotras). Y es que el día que consiga llegar a la primera sin desviarme de mi camino... ese día dejaré de ser yo.
Picnic en el maletero al más puro estilo dominguero de Alfredo Landa (aunque sin tortilla), nos ponemos en marcha hacia San Sebastián. La playa nos espera, primer baño del verano, el olor del mar, el calor bronceando tu cuerpo... y una tarta de chocolate de escándalo! Fue divertido ver cómo todas las ‘fashion victims’ playeras nos miraban con envidia mientras gemíamos de placer ante tanta felicidad.
Con nuestra buena dosis de azúcar en el cuerpo y con algún hombro quemado nos dirigimos al siguiente destino: el teatro Victoria Eugenia. La obra que nos esperaba era Emma de Howard Zinn. Qué decir de esta obra. Dos horas y 45 minutos que se me pasaron como 5 minutos de nada. Embobada bebía las palabras de Toni Acosta haciendo de Emma Goldman, la mujer más peligrosa de América, luchadora nata en pro de la mujer y de la anarquía. Defensora del amor libre, de la emancipación de la mujer (pero la emancipación verdadera), de la libertad del individuo, de la disolución del Estado o cualquier institución que ejerza poder sobre la persona... un sinfín de ideas que me dejaron auténticamente pasmada y con ganas de saber mucho más sobre ella y casi con un pie en la anarquía (pensabas que no podía empeorar ¿eh?). Desde primera fila de patio de butacas pude ver como le temblaba la garganta de emoción al hablar, como lloraban, cómo se emocionaban expresando sus ideas... Hacía mucho que una obra no me dejaba esa sensación de querer volver a luchar, cambiar las cosas, pero sobre todo de seguir aprendiendo. Y con esa sensación dentro, salimos a la calle donde nos esperaba el mar de noche, y sobre el Kursaal una performance con txalaparta. El calor nos seguía acompañando y las ganas de hablar sobre todo lo que teníamos en la cabeza nos llevaron al casco viejo donostiarra para tomarnos unos pintxos. Con cerveza en mano pusimos en común nuestras visiones del mundo, aprendimos nuevas y enseñamos otras. El mundo estaba a nuestros pies y nosotras casi podíamos comérnoslo.
Algo tarde ya decidimos volver. El sueño no es buen acompañante al volante. Como era de esperar, no podíamos llegar a la primera. Nos perdimos, llegamos hasta Hondarribia con una chica muy simpática que nos cobró doble peaje (aunque con una gran sonrisa... quién sabe si sonreía o se reía de nosotras). Y es que el día que consiga llegar a la primera sin desviarme de mi camino... ese día dejaré de ser yo.