Un día te encuentras en una sala de espera rodeado de personas desconocidas con la mirada perdida en el horizonte, en sus zapatos, en el asiento de enfrente o con la mirada nerviosa recorriendo toda la sala buscando otra mirada como la suya en la que resguardarse. No sabes qué pasa por sus cabezas, pero tampoco te lo planteas mucho.
Al cabo de un rato, una máquina reproduce tu nombre acompañado de un número. Te levantas y, dubitativo, te diriges a la puerta con esa numeración. ¿Qué habrá al otro lado? Esperas a una amable señorita que te coja del hombro y, con un gesto cálido, te explique lo que van a hacer y te tranquilice. Sin embargo abres la puerta y lo primero que ves es un cartel: “Desnúdese y póngase la bata que encontrará al lado”. Ni una persona, ni una palabra. Te giras buscando una cámara. Nada. Estás solo. Ni siquiera sabes qué puerta es la que tienes que abrir hasta que ésta se abre sola. Al otro lado una enfermera te agarra y te tumba. “No respire... respire”, “No respire... respire”.......... “No respire” (mierda, ¿ahora no tocaba un respire?)............ respire (aaaafffúuuu)”, “Salga por la puerta de la izquierda, vístase y se puede ir”.
Al cabo de un rato, una máquina reproduce tu nombre acompañado de un número. Te levantas y, dubitativo, te diriges a la puerta con esa numeración. ¿Qué habrá al otro lado? Esperas a una amable señorita que te coja del hombro y, con un gesto cálido, te explique lo que van a hacer y te tranquilice. Sin embargo abres la puerta y lo primero que ves es un cartel: “Desnúdese y póngase la bata que encontrará al lado”. Ni una persona, ni una palabra. Te giras buscando una cámara. Nada. Estás solo. Ni siquiera sabes qué puerta es la que tienes que abrir hasta que ésta se abre sola. Al otro lado una enfermera te agarra y te tumba. “No respire... respire”, “No respire... respire”.......... “No respire” (mierda, ¿ahora no tocaba un respire?)............ respire (aaaafffúuuu)”, “Salga por la puerta de la izquierda, vístase y se puede ir”.
Eso es todo... una vez más has sido un objeto. Tú no sabes nada de ellos, pero ellos se han metido dentro de ti. Hay tantas personas a las que abres tu interior y luego desaparecen, que el mundo acaba convirtiéndose en una fría sala de espera en la que la gente mira a un horizonte lejano sin atreverse ya a cruzar su mirada con otra persona, con miedo a que puedas meterte dentro de él y romper su armadura protectora. El mundo se hiela y nosotros con él.
7 comentarios:
“Hay tantas personas a las que abres tu interior y luego desaparecen…” Impresionante. Llevo casi todo el día leyendo y nada ha tocado mi alma como tu frase. Gracias L.
Quizá por eso hace tiempo que dejé de abrir mi interior a cualquiera que se acerca a mi durante un breve período de tiempo.
También me ha gustado mucho esta entrada
Saludos
Será que las personas tienen más miedos de los que pueden asumir. Siempre me dieron tristeza las personas que tienen como que matar el afecto a otra persona, que llevan en su interior, creyendo que sólo así pueden seguir adelante con sus vidas. Así, arrancándose jirones de su propia vida, disolviendo su historia, terminan por coartar ellas mismas lo que más quieren: tener una identidad, forjar un proyecto vital (por negarse a reconciliarse y domesticar los propios fracasos terminan por perpetuarse en ellos, esquivando miradas, fingiendo saludos, creyendo que aman). Quizá lo más triste sea que en la mayoría de los casos ya tienen testimonios muy cercanos del resultado final al que conducen tales “proezas”: suelen ser hijos o hijas de familias quebradas por separaciones traumáticas. Así, terrible paradoja por la que siendo en un principio víctimas terminan por convertirse libremente en victimarios o verdugos de sí mismos.
Una sola vez aniquilé a alguien vivo en mi interior. Desconocía los daños colaterales… total, que algo de mí también murió. Me juré no hacerlo más. Me prometí ya nunca caer en eso de asesinar parte de mí, de vez en cuando, con cada fracaso o trago amargo. No mientras viviera. Tiempo después murieron seres queridos y entendí el valor real de la vida. Comprendí también la necesidad de destruir todo orgullo y amor propio por volver a dialogar con los vivos en el tiempo de la vida, por volver a encontrarme en una mirada; porque mientras haya vida nada es irreparable.
Será, quizá, que parte del drama reside en que al fin de cuentas uno no hace lo que puede sino lo que es.
Cuánto Anónimo... eso ya dice bastante del frío que hace ahí fuera eh?
Anónimo 1: me alegra tocar la fibra a alguien, aunque no sepa quién es.
Antero: Sí, ese es el camino fácil, pero me niego a cogerlo. Ya lo conozco y no me gusta.
Anónimo 2: Malos entendidos, escudos protectores, lo que ves, lo que aprendes... puede haber mil motivos. "La vida es corta para malgastar. Mira de rodearte de buena gente"
http://www.youtube.com/watch?v=bjL5HVj8CVk
Salud a todos!
Pues espera, que el Ánonimo 3 aun no ha hecho ni abrir la boca. Lo siento. El exceso de trabajo semanal y lo que los británicos llaman "go clubbing" me impiden estar inspirado. Más suerte para la próxima vez.
Un saludo cordial y afectuoso a todos los radiooyentes de España!!
Me ha gustado tu relato. Y hace pocos días escribi algo en sintonia con tu texto.
Como es breve, lo comparto, espero que no te importe.
Un abrazo.
JOSU.
Mientras se afeitaba la cabeza, se dijo así mismo: -A partir de hoy voy a cambiar-.
Se duchó para desprenderse de todos los pelos, como si en ellos estuviera escondida la causa de todo su mal.
Salió de la ducha y se miró nuevamente el el espejo. La piel blanca de su cabeza pelada resplandecía como una bombilla. Por primera vez desde hacia mucho tiempo sonrió. Y al hacerlo, él se sintió guapo.
-Yo no estoy loco- le dijo al espejo- En definitiva los locos que creen que están locos, no lo están. Los locos de verdad, nunca dicen que están locos, ni sonríen como yo, ni se sienten guapos como yo me siento.-
Y volvió a sonreír.
Y en ese instante -creo que fue en ese instante- decidió que la mejor manera de superar el mal que le acosaba, era mostrándose ante el mundo, así, tal y como se sentia. Sin corazas de ningún tipo. Con el corazón en la mano. Sonriente. Y así salió a la calle. Así se echó al mundo.
Apenas había salido del portal de su casa, percibió que algo no funcionaba bien.
Las caras de estupor de sus vecinos. La madre tapándole los ojos a su hijo. Las "risitas" de dos colegialas, que se cubrian el pecho con los libros. La viejita amenazándole con un paraguas y por último los guardias, esposándole y metiéndole en un furgón policial.
Olvidó vestirse.
O igual no. Igual también fue algo que él decidió, mientras se afeitaba la cabeza. No lo sé.
Josu: Jaja, eso es lo que pasa si vas desnudo por la vida: que viene la poli y te encierra. En esta sociedad tienes que protegerte con alguna prenda o acabas en un calabozo machacado.
Gracias por compartir tu relato ;)
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