Beatriz es una joven reportera a la que la vida le ha quitado todo lo que tenía: su madre murió siendo ella muy joven, no conoce a su padre, y su novio es un cámara que ha ido en busca del monstruo de Islandia y que aún no ha vuelto. Sin nada más que perder, decide ir a buscarle. En el camino, por si aún no hubiera sufrido bastante, su avión se estrella siendo ella la única superviviente. Su personaje demuestra fuerza (o falta de sentimiento ya que su rostro no expresa ni dolor, ni pena, ni alegría). De forma inconsciente o valiente, según como cada uno quiera tomárselo, emprende camino hasta el pueblo donde vive el monstruo para preguntarle si ha matado a su novio. El monstruo, sorprendido por la ingenuidad de Beatriz, le pedirá ayuda para poder matarse. Será entonces cuando ambos emprendan una aventura totalmente surrealista para encontrar al científico que les podrá ayudar.
Se creará un auténtico reality show alrededor de la figura del monstruo y
El personaje de Beatriz me ha parecido realmente cómico. Supongo que la carencia de expresión emotiva por su parte y el cúmulo de desgracias verdaderamente surrealistas hacen que te lo tomes con un humor algo sarcástico. Además, resulta bastante difícil creer en la existencia de un personaje tan ingenuo y “bueno”. Destaco en este sentido la escena en la que el monstruo le pregunta si no va a intentar matarle por ser tan cruel y perverso y ella le dice que tendrá que ser primero juzgado y, si realmente es culpable, entonces cumplirá su condena. Solo a una niña ingenua se le ocurre hablar de justicia a un monstruo… ¿o quizá no?
El personaje del monstruo, en cambio, es más teatral. Gestos exagerados, gritos al cielo clamando su desgracia… A veces tierno, a veces patético, a veces cómico… pero en ningún momento terrorífico.
En definitiva, es un cuento de ficción con una clara moraleja final quizá demasiado moralista.
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