El Origen, de Thomas Bernhard, es el primer libro de una saga autobiográfica que escribió este autor autríaco.
En este libro nos habla de Salzburgo, la ciudad en la que se crió y estudió. “Mi ciudad de origen es en realidad una enfermedad mortal, con la que sus habitantes nacen o a la que son arrastrados y, si en el momento decisivo no se van, se suicidan súbitamente”.
El libro se estructura en dos únicos capítulos: ‘Grünkranz’ en el que habla del Salzburgo bajo la influencia nacionalsocialista y la educación que recibe entonces en el colegio. Y ‘El tío Franz’ en el que ya ha llegado la paz a Salzburgo y ahora es el catolicismo la ideología que impera.
En ambos casos lleva a cabo una crítica feroz del sistema educativo. Durante el primer capítulo narra como el suicidio se extendía entre los compañeros como una peste (“Prefirieron acabar rápida y rápidamente y, en el sentido más auténtico y elemental de la expresión, por la vía más rápida, a dejarse destruir y aniquilar poco a poco por un plan de educación sádico-fascista-estatal como sistema de educación dominador del Estado”). Pasan de las aulas a las galerías de defensa antiaérea en las que tienen que refugiarse de los constantes ataques. De esa forma era imposible mantener una formación continuada. (“El Estado no quiere una sociedad ilustrada porque significaría la aniquilación de los gobiernos”).
En el capítulo ‘Tío Franz’ Thomas Bernhard pasa de un internado nacionalsocialista a uno católico, lo que para él no tiene mucha diferencia.
“En el fondo no había absolutamente ninguna diferencia entre el sistema nacionalsocialista y el católico en el internado, todo tenía sólo otra mano de pintura y todo tenía sólo otras denominaciones, pero las secuencias y las consecuencias eran las mismas”.
Al final la educación siempre está influenciada por una ideología, nacionalsocialista en un caso, católica en el otro... Por eso Thomas Bernhard defiende con fervor que se cambie el sistema educativo. “La sociedad tiene que cambiar su sistema de enseñanza si quiere cambiarse”.
El contenido del libro es profundo y a veces bastante duro, pero interesante. Sin embargo la forma se hace algo más dura. Redactado en un único párrafo con escasez de puntos y expresiones que repite una y otra vez a lo largo de las líneas. Hay momentos en los que es excesivamente repetitivo, pero con la intención de que sus ideas queden plasmadas con total claridad.
Thomas Bernhard fue muy criticado por sus duras palabras sobre Austria, sin embargo, ha sido considerado uno de los grandes escritores de este país. Sufrió una vida dura y todas sus experiencias se pueden ver reflejadas en sus ideas y reflexiones. La muerte le acompañó a lo largo de toda su vida, con los seres que le rodeaban, y la enfermedad fue su amiga más fiel.
En este libro nos habla de Salzburgo, la ciudad en la que se crió y estudió. “Mi ciudad de origen es en realidad una enfermedad mortal, con la que sus habitantes nacen o a la que son arrastrados y, si en el momento decisivo no se van, se suicidan súbitamente”.
El libro se estructura en dos únicos capítulos: ‘Grünkranz’ en el que habla del Salzburgo bajo la influencia nacionalsocialista y la educación que recibe entonces en el colegio. Y ‘El tío Franz’ en el que ya ha llegado la paz a Salzburgo y ahora es el catolicismo la ideología que impera.
En ambos casos lleva a cabo una crítica feroz del sistema educativo. Durante el primer capítulo narra como el suicidio se extendía entre los compañeros como una peste (“Prefirieron acabar rápida y rápidamente y, en el sentido más auténtico y elemental de la expresión, por la vía más rápida, a dejarse destruir y aniquilar poco a poco por un plan de educación sádico-fascista-estatal como sistema de educación dominador del Estado”). Pasan de las aulas a las galerías de defensa antiaérea en las que tienen que refugiarse de los constantes ataques. De esa forma era imposible mantener una formación continuada. (“El Estado no quiere una sociedad ilustrada porque significaría la aniquilación de los gobiernos”).
En el capítulo ‘Tío Franz’ Thomas Bernhard pasa de un internado nacionalsocialista a uno católico, lo que para él no tiene mucha diferencia.
“En el fondo no había absolutamente ninguna diferencia entre el sistema nacionalsocialista y el católico en el internado, todo tenía sólo otra mano de pintura y todo tenía sólo otras denominaciones, pero las secuencias y las consecuencias eran las mismas”.
Al final la educación siempre está influenciada por una ideología, nacionalsocialista en un caso, católica en el otro... Por eso Thomas Bernhard defiende con fervor que se cambie el sistema educativo. “La sociedad tiene que cambiar su sistema de enseñanza si quiere cambiarse”.
El contenido del libro es profundo y a veces bastante duro, pero interesante. Sin embargo la forma se hace algo más dura. Redactado en un único párrafo con escasez de puntos y expresiones que repite una y otra vez a lo largo de las líneas. Hay momentos en los que es excesivamente repetitivo, pero con la intención de que sus ideas queden plasmadas con total claridad.
Thomas Bernhard fue muy criticado por sus duras palabras sobre Austria, sin embargo, ha sido considerado uno de los grandes escritores de este país. Sufrió una vida dura y todas sus experiencias se pueden ver reflejadas en sus ideas y reflexiones. La muerte le acompañó a lo largo de toda su vida, con los seres que le rodeaban, y la enfermedad fue su amiga más fiel.
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